
En toda organización, conseguir una comunicación efectiva es clave para alcanzar los objetivos propuestos. Sólo a través de una óptima comunicación podemos coordinar el trabajo y los equipos, transmitir la información adecuada, y hacer llegar a quienes nos rodean nuestras aportaciones y sugerencias.
Todos tenemos la virtud de escuchar bien cuando queremos o tenemos que hacerlo. La dificultad se encuentra en escuchar bien cuando no queremos hacerlo.
Quizá una de las actitudes que requiere más entrenamiento para mejorar la capacidad de escuchar es ponernos en la perspectiva de nuestro interlocutor para poder entender qué nos está transmitiendo con su mensaje. Debemos escucharle sin distracciones y con empatía. Para ello, tendremos siempre presente que cada cual es libre de tener su propia opinión, y que ésta sea diferente a la nuestra. La capacidad para escuchar no significa aceptar lo que se ha dicho o incluso aceptar a la persona. Significa sólo escuchar y para escuchar a alguien es necesario tener la mente abierta, mantener nuestro ego a raya y demostrar que merece la pena conversar con nosotros.